… Hasta que me encontré con Nina Col.
Hace años que estoy dando vueltas con un material escrito que no encuentra su forma (o ya la tiene y yo no la puedo ver). Los que escriben podrán entender la angustia que genera tener una cantidad de textos que aparentemente hablan de lo mismo pero no arman “sistema” (requisito fundamental e imprescindible para que la obra sea mínimamente entendida por alguien más allá de una y, por ende, alcance la dignidad necesaria para la publicación… Ponele).
Yo sabía que algo le faltaba al guiso y no había manera de arreglarlo escribiendo. En ésas estaba cuando escuché tocar a Nina. Enseguida supe que ella podía complementarme. No sabía cómo ni por qué, pero de todas maneras me presenté con texto y todo y le pedí que me acompañara con el piano. Ella aceptó y así, mate va, mate viene, fue creciendo un diálogo entre la música y las palabras.
La primera vez que la escuché tocar lo que compuso para la ocasión, sentí que al fin había encontrado una casa para mi texto. La música me dio un hogar. Mis palabras dejaron de boyar a la intemperie. Decidieron habitar ese espacio nuevo, desconocido. Y ahora están como pez en el agua, como pancho por su casa, como perro con dos colas: cómodas y felices.
El jueves 1ro de octubre nos presentamos en el ciclo Lengua Viuda para compartir con ustedes este experimento maravilloso. Les prometo que va a ser una experiencia muy zarpada. Sólo para locos. ¿Vienen?
Los esperamos a las 20.30 h en El Quetzal (Guatemala 4516).
¡Muy especiales gracias a Valentina Nicanoff por invitarnos a su ciclo y jugársela con nosotras!
Contacto >> Cecilia Maugeri <mariaceciliamaugeri@gmail.com>